A principios del siglo XX, las vanguardias de la época empezaban a mirar hacia un futuro simple y funcional. Sin ornamento. La línea recta y las estructuras desnudas, eran el nuevo paradigma para la cultura de masas. Transparencia y rascacielos.
Pero antes de que todo girase en torno a la productividad, hubo otra Europa y otro paradigma, y un diseñador español que fue capaz de canalizar la visión de dos mundos y surfearlos de una manera exquisita. Uno de los más grandes humanistas que ha dado nuestra tierra.
Hola, soy @heypauet, diseñador y emprendedor, actualmente en Blockeniza. Bienvenido a Libra, una carta personal donde diseño y humanismo se encuentran a ambos lados de la balanza.
Mariano Fortuny y Madrazo es, probablemente, el diseñador, inventor y empresario que mejor supo interpretar todo el aire cultural de oriente que fascinó a Europa a finales del Siglo XIX.
Se había criado en Granada en una época donde la Alhambra se estaba intelectualizando. Los románticos se encargaron de difundir su mensaje, y rápidamente, hoteles, salones de fumar y patios interiores, quisieron tener un pedazo de la Alhambra en su interior.
Fue en Venecia donde Mariano estableció su estudio. Que además de su casa, se convirtió en su espacio para la experimentación con las telas de seda y la moda. Era ahí donde vendía sus piezas y donde empezó a hacer pruebas también con la luminosidad para exposiciones y obras teatrales.
El ornamento, la sensualidad, la relación entre la tradicional y lo atemporal, serían una de las bases de sus futuros diseños.
Fue en ese mismo estudio donde creó el legendario vestido Delphos. Una prenda de una sola pieza seda, inspirado en la Antigua Grecia. La revolución del Delphos fue su capacidad de inspirar tanto con tan poco. Evocar la cultura griega con una sencillez en las formas deslumbrante. Utilizar recursos del modernismo que comenzaba a asomar, para evocar a una tradición milenaria. Justo en ese momento en el que se transicionaba de lo oriental, a lo moderno. Y del Mediterráneo al norte.
En 1920 el Delphos se había convertido en todo un icono de la alta burguesía francesa e italiana, reivindicando un emblema de liberación femenina lejos de los corsés. El vestido que enamoró a Marcel Proust.
Dicen que Fortuny nunca reveló las fórmulas con las que producía sus colores. Y que su mujer, cuando falleció, arrojó al Gran Canal de Venecia todos los colores, para que nunca nadie pudiera replicarlos.
A principios del siglo XX, Venecia fue uno de los mayores campos de pruebas para la cultura, el arte y el diseño. Es en ese contexto en el que Fortuny recibe ese aire de cambio cultural en las masas, y da una nueva dimensión a su orientalismo.
Fortuny era un apasionado no solo por los aspectos estéticos, sino también por los técnicos. No solo era un magnífico diseñador, sino que era, además, técnico, industrial y empresario.
La luz eléctrica comenzaba a alumbrar a finales del siglo XIX. De hecho, las ciudades aún se iluminaban con gas. Mariano ve el enorme potencial de esta tecnología y sus aplicaciones en la escenografía teatral. Es así como, mediante pruebas en su estudio, Fortuny crea la lámpara Fortuny de Madrazzo, suponiendo revolución de la iluminación y escenografía teatral.
Mirad la simplicidad de formas combinada con los mosaicos de la pantalla. Cómo juega a dos bandas utilizando estructuras modernas y ornamento. Y la calidez de la luz, por supuesto.
Dicen que la lámpara se inspiró en un antiguo escudo sarraceno. Además, en los mosaicos de la lámpara se encuantran referencias renacentistas, árabes, y chinas:
Granada y Venecia son la representación, en forma de ciudad, de un Occidente inconsciente. Resistiendo la austeridad y verticalidad puritana del modernismo del siglo XX. Bendita incosnciencia.
Segunda temporada
¡Qué alegría leernos de nuevo! Estas semanas he aprovechado para pensar hacia dónde quiero enfocar Libra, así que esta temporada habrán muchas historias de diseño, mucha cultura y mucho cariño por mi parte.
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