Pedalear el tiempo
Aprender practicando, pero también estudiando: teoría y práctica, conceptos y ejercicios, técnicas y conocimiento. Y un equipo de profesores que además son profesionales de prestigio, que acompañe al grupo de principio a fin del programa, durante los cuatro meses.
El Instituto Tramontana ha preparado la segunda edición del programa de Iniciación al Diseño de interacción. Y tienen sus plazas abiertas para encontrar a los mejores candidatos que quieran dar sus primeros pasos en el sector.
Yo tuve la enorme suerte de ser parte de la primera y vivir eso que puedes haber escuchado decir a otros alumni: uno sale del Instituto siendo una persona totalmente distinta a la que entra. El Instituto Tramontana eleva el nivel. Da orden a las referencias y actúa de conector de conceptos y disciplinas que jamás pudieras pensar que podrían estar relacionadas. Me atrevería a decir que es el mayor período de crecimiento intelectual que he tenido jamás.
Si estás dudando en si es o no para ti, aquí te dejo mi email personal para que me preguntes lo que quieras.
La carta
Es un viernes de finales de junio. Yo tengo once o doce años y son las 16:30 de la tarde. Estoy en Oliva, un pequeño pueblo de la costa mediterránea. No me crié ahí, pero toda mi familia es natural de ese pueblo, así que todos los veranos huelen a salitre.
Lo normal es que yo sea el primero en llegar a Oliva. Mi padre todavía no ha cogido vacaciones, y mi madre tiene que terminar las evaluaciones. Así que, mientras tanto, yo estoy en casa de mis abuelos, que no está lejos de la nuestra.
Lo dicho, que me pierdo en los detalles. Son las 16:30 y mis abuelos están echándose una siesta. Mi abuela, que es tan recta - y cariñosa - como su hija, no me deja salir a jugar hasta las cinco y media.
Hay que respetar la siesta de los vecinos. Si tú no quieres dormir, te quedas tranquilito sin hacer ruido, pero hasta las 17:30 no bajas
Así que ahí estoy yo, asomado al balcón con la barbilla apoyada en la barandilla, y haciendo círculos con el tobillo. Viendo con envidia cómo algunos niños ya están jugando en mi calle, como si no hiciera cuarenta grados a la sombra.
Suena el reloj del salón. Dos campanadas que marcan los cuartos. ¡Por fin las 17:30! Salgo corriendo de casa como si sintiera que se me escapa el tiempo de las manos. Mientras bajo las escaleras a toda velocidad, veo cómo mis amigos Salva y Alejandro, que están en mi misma situación, bajan las suyas. Al compás los tres. Conexión infantil. Cogemos las bicicletas y nos encontramos en la esquina de siempre.
El tiempo pasa, y el reloj gira a la misma velocidad que nuestros pedales.
Estamos en la Eibar de 1923. El fin de la Primera Guerra Mundial hace que una histórica fábrica de armas de Eibar, tenga la necesidad de readaptarse en busca de nuevos productos que fabricar.
Maquinaria industrial, carros para bebés o sillas de ruedas fueron los primeros pasos. Sin embargo, los Hermanos Orbea, apostaron por el vehículo ligero. Acabarían convirtiéndose en los reyes europeos de las bicicletas.
Los Orbea comprendieron a la perfección su negocio. Aprovecharon su conocimiento en el manejo de tubos para los cañones de las armas, y apostaron por producir los cuadros de las bicicletas, siguiendo la receta de los grandes maestros artesanos europeos.
Desde entonces, gracias a su pasión por la perfección y el ADN artesano de la empresa, las bicicletas pasaron a ser el principal sustento de una empresa histórica de la zona.
El producto de Orbea era excepcional, pero era necesario posicionarlo. En la zona había una gran pasión por las carreras de bicicletas, así que Orbea comenzó a apostar por los jóvenes talentos, y también por estrellas consagradas.
Orbea, al igual que BH y GAC, equipó a los mejores ciclistas del momento, mandando el mensaje de que Eibar iba a ser referencia del ciclismo.
No sólo se centraron en la alta competición, apostaron también por crear un tejido de carreras locales, con perspectiva más amateur. La locura por el ciclismo en Eibar, les permitió penetrar en otros mercados, fabricando también bicicletas de paseo y para niños.
La orografía montañosa de Euskadi, facilitó ese contacto entre ciclistas y aficionados. También con la belleza de su tierra que invita a subirse a una bicicleta y dejarse enamorar por el paisaje
Tras la Guerra Civil española, comenzaron los años de bonanza para Orbea. Los vehículos ligeros se popularizaron en todo el territorio nacional, lo que permitió el crecimiento y expansión de Orbea como uno de los grandes líderes de las bicicletas.
Pero los años pasaban. Los métodos de Orbea se quedaban obsoletos, y su modelo de producción perdía productividad. Sus fábricas ya no eran rentables. Se llegó a la dramática situación de cerrar, o que la fábrica pasara a ser de los trabajadores. Se optó por la cooperativa.
Todos: trabajadores, dirección, el Ministerio de Trabajo y hasta los propios distribuidores y vendedores de las bicicletas, se vuelcan con un nuevo proyecto, previa remodernización de las fábricas.
Los distribuidores comienzan a tratar directamente con los corredores locales. Todas las relaciones de Orbea eran basadas en la confianza y en la buena fe, porque todos querían que se mantuviera una histórica marca de Eibar.
Cuando voy a casa de mis abuelos, escucho la cuerda del reloj de su salón, me gusta pensar que es un eco del pedaleo de esos insensatos que salían a pedalear bajo el sol de agosto. Qué rápido que han pasado esos años en los que la dirección daba igual, lo único importante era pedalear el tiempo.