Para regar los corazones
Esa noche se sentía, en la zona del comercial del Puerto de Santamaría, un jolgorio calmado que daban ganas de quedarse a vivir en ese momento. En ningún restaurante de alrededor había una sola mesa libre pero Dios nos puso una a nosotros para que pueda hoy mandaros esta carta.
Apuraba yo mi cigarrillo en la puerta de La Flaca mientras Juan iba a pedir algo con lo que regar la tráquea. Mesa alta, camisa de lino y la brisa correcta para calmar la piel achicharrada.
Si el hombre es la única especie en cometer dos veces el mismo error, en lo que a las chicas se refiere yo soy el único hombre en cometerlo otras doscientas. Porque pueden llamarme kamikaze, pero jamás dirán que soy un cobarde.
Pues bien esa noche me acojoné. Estaba yo contemplando el ambiente cuando escuché dirigirse a mí en perfecto acento cordobés:
– ¿Perdona nos podemos poner con vosotros? Es que está todo lleno.
Giro la cabeza y me encuentro unos ojos más verdes que las profundidades de la mismísima Antártida.
Balbuceo mediante:
–Ehhh… ¡claro, claro! ¿Qué tomáis?
Levanto la cabeza para llamar a Juan con la mirada, que está terminando de pedir en la barra. Con gestos me pregunta que qué está pasando y en el mismo idioma le respondo que haga el favor de traer dos copas más.
Esos cinco minutos que tardó Juan en llegar se me hicieron interminables, tratando de ser ocurrente sin parecer un payaso y buscando romper el hielo con dos absolutas des conocidas.
Cuando las fuerzas para avivar esa conversación me empezaron a flaquear se me apareció Semele, madre de Dionisio el dios del vino. Me miró a los ojos, puso en mi mano una copita de manzanilla y dijo en tono suave: ‘Todo va a ir bien, reconozco a un hijo cuando lo veo’.
Hay quien afirma que el origen del jerez se remonta a la Grecia clásica, donde se hacía un brebaje basado en vino florecido. Otros le atribuyen la hazaña a los Fenicios. A mí me gusta pensar que Dionisio se reencarnó en la España del Siglo XIX y su apellidó fue González.
En 1835 José Ángel, hombre de buen beber y buen vivir, realizó una selección de botas con la única intención de encontrar el mejor jerez. A su sobrino Manuel González le fascinaba la obsesión que tenía su tío en cada detalle y que bautizó como 'La solera del Tío Pepe'.
El joven Manuel todavía se estaba reponiendo de emprendimientos fallidos cuando decidió, con la ayuda de dos amigos, enviar diez botas de vino a Inglaterra con el objetivo de buscar la aceptación de su brebaje en el mercado anglosajón.
Manuel era un gran aficionado del jerez, por su aroma y potencia en boca. Un punto dulce sin llegar a empalagar. Así que fueron las diez mejores botas de sherry, seleccionadas por el mismísimo Tío Pepe, lo que decidieron enviar a Inglaterra.
Tanto éxito tuvo el vino de Manuel, que a finales de 1838 ya disponían de dos bodegas donde almacenar los vinos y en 1840 la compañía compró un conjunto de bodegas y casas, marcando el inicio del 'Núcleo de la Constancia'.
Su asociación con Robert Blake Byass, reputado comerciante de vinos inglés funcionaba como los ángeles, marcó un antes y un después en los modelos societarios del comercio. En 1863 la empresa, que ya era de ambos socios, pasó a llamarse Gonzalez-Byass.
Durante todo el Siglo XX González-Byass y su marca Tío Pepe han sido referentes mundiales del vino. Pero no es vino todo lo que exportan, el respeto por sus orígenes y por la cultura andaluza está en el ADN de la narrativa que proyectan.
Hablar de Marca España requiere la responsabilidad de expresar al mundo mucho más que una cultura, una estética, un historia o una simple temperatura. Hablar de España y del Mediterráneo es referirse a una forma de estar en el mundo.
Escuchar al mayor, saludar al vecino, comer con las manos, reír a boca abierta, beber hasta la noche, obsesionarse con lo perfecto y disfrutar de lo inútil. Abrazar lo que da la Tierra y tener un ojo en lo divino. No somos el centro de todo, pero todo gira entorno a lo nuestro.
Manuel González , conocido como el Padre del Sherry, fue premiado a lo largo de su vida con la Gran Cruz de la Beneficencia, la Orden del Imperio Británico, Hijo Predilecto de Jerez y guardia mayor del Parque de Doñana. En 2017 González-Byass fue elegida Mejor Bodega de Europa.
Dice Kant que 'solo aquello que apela al sentimiento es capaz de arrancar un aplauso o una lágrima. No ocurre así con lo que apela a la razón'. Por eso Semele usa vino y no agua para regar los corazones.